Tal vez hoy el mundo VICA o RUPT mostró una nueva dimensión a escala global. Y nos puso a todos a prueba: sistemas, instituciones y personas.
En este entorno, la confianza importa, es el prerrequisito de la colaboración tan necesaria en los tiempos que corren. Pero además, y esta es la parte compleja, la confianza implica cierta vulnerabilidad: esto es, creer en las habilidades pero también en las intenciones de otro.
Algunos líderes en cualquier sector estarán mejor preparados que otros para afrontar una crisis que requiera que los demás se pongan en sus manos. La confianza entonces es un diferenciador crucial al momento de decidir en manos de quién nos ponemos. Pero la verdad, no siempre tenemos absoluta libertad de elección en esto. Ejemplo de ello, es el líder de un país. Si lo votaste porque creíste en él y su equipo hay más probabilidades de que confíes en su juicio al momento que deba tomar decisiones drásticas. Caso contrario, estarás en manos de alguien que deberá generar esa confianza, o no.
Dentro de las organizaciones, ocurre algo similar: si te asignaron a un equipo de trabajo con un líder en el que no percibís confianza, te va a resultar más difícil creerle. Y ese líder, deberá instrumentar los medios para generar esa confianza, o no. Pero siempre que hay una crisis, hay una oportunidad. Incluso en este contexto de más incertidumbre que nunca. Para los líderes, comprender los impulsores de la confianza, se vuelve vital.
Como decíamos al principio, no todas las organizaciones están en el mismo nivel. Hay algunas, muy pocas, las que forman el ranking de mejores lugares para trabajar en Argentina, que pasan la prueba. Son las campeonas de la confianza ¿Por qué? Porque juegan un juego descentralizado: no sólo sus productos o servicios son confiables para los consumidores, o no es solo el CEO, esa persona que aparece en todas las noticias dando respuestas al mercado, o su equipo directivo respaldando a los empleados. Ni los empleados, los que muestran resultados consistentes en su trabajo porque perciben un salario por encima de la media del mercado y se convierten en talentos requeridos por la competencia. Son organizaciones que impactan en todo el ecosistema al que pertenecen. Esta es la manera más radical, más moderna y más compleja de construir negocios sustentables (y tal vez, la única). No importa el contexto en el que estas empresas se muevan, ni los valores y objetivos de los demás: la colaboración, está en sus cimientos (por eso ellas entienden que la confianza es clave).
¿Cómo lo hacen? En principio, sus líderes son creíbles, respetan a los demás y se muestran imparciales al momento de tomar decisiones. Estos indicadores que GPTW mide sistemáticamente, arrojan puntajes muy altos entre estas empresas. Pero esto es sólo una parte de la historia. Para ser sustentables, estas organizaciones basan su estrategia, en los valores, y éstos, no se negocian. Por último en estas empresas, todos los miembros valen, no importa de dónde vengan o qué lugar ocupen, todos tienen la misma probabilidad de innovar en algo del negocio.
Todos son escuchados y todos quedan obligados a creer los unos en los otros. Para que esto sea así, éstas empresas montan un sofisticado sistema de Talent Management que acompaña el negocio. En un contexto de incertidumbre aumentada, todos estamos a prueba, pero hay algunos que están mejor preparados. La confianza descentralizada los ayuda a nivelar el campo de juego. A diario estamos observando las estrategias de crisis que están implementando estas organizaciones, y no lo hacen pensando solamente en salvar el negocio propio. Lo hacen desde una activa mirada comunitaria: comparten sus protocolos, abren sus sistemas para que otros puedan beneficiarse, mantienen los precios, etc.
La confianza descentralizada no se puede jugar en solitario. Necesita de un equipo que abreve en los mismos valores y unos líderes que sean efectivos al momento de ponerlos en práctica.
Emilia Montero Directora de Investigación y Desarrollo Great Place To Work® Argentina.
Emilia Montero
